sábado, 13 de octubre de 2018

Con la falda recomienda: María Pagés

Acudimos a la cita que María Pagés nos tenía preparada en su paso por Tenerife para presentarnos su último trabajo: Óyeme con los ojos en el Teatro Guimerá.


Debe su nombre y gran parte de la reflexión que nos ofrece al poema de Sor Juana Inés de la Cruz, Sentimiento de Ausente. Las propuestas de la brillante bailaora suelen llevar consigo un planteamiento complejo, haciendo uso, a menudo, de recursos literarios que obligan al espectador a depositar más atención que la requerida por la misma danza. En esta ocasión, la dramaturgia corre a cargo de su marido, el Arbi el Harti, con una propuesta de una intensa trascendencia, un diálogo consigo misma, un espectáculo espiritual.

La primera pieza es un martinete donde María nos ofrece un baile sombrío. Aparece descalza, de negro, y hace uso y alarde de su maravilloso braceo. Durante toda la actuación se repiten una serie de movimientos que dan coherencia y unifican todas las piezas, coreografías incluso rituales de giro sobre sí misma que nos recuerdan a los de los derviches turcos.

La danza de María es de gran virtuosismo técnico que demuestra en su dominio de la bata, los palillos y el baile por derecho. Uno de los momentos más emotivos y aplaudidos se da cuando se dirige al público y recita para nosotros Palabras para Julia de José Agustín Goytisolo. Mención especial para el excepcional uso de la iluminación que es escenografía, que limita, oprime, libera, y transmite toda la profundidad que la obra requiere.

Rompe la magia el pasacalles a ritmo de tangos que nos habla de multiculturalidad, digno de la mismísima Martirio que, aunque divertido, desconcierta en el contexto del resto de la temática. Grandísimos los músicos que acompañan a la artista, violonchelista, violinista y guitarrista de manos llenas de talento y elegancia. Marcando el compás, José Barrios, cuyo momento de gloria en el centro del escenario mostrando su habilidad de zapateado resulta innecesario. Ana Ramón y Juan de Mairena al cante, extraordinarios, con una sensibilidad que consigue que los textos calen.

Óyeme con los ojos acaba con una pieza oscura, íntima, que nos anuncia el final y que cierra el espectáculo con público en pie. Una pena que en esta isla el flamenco no sume demasiados seguidores y quedara la sala a medias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario